Retrospectiva
Yo estaba lista para ser enterrada
aunque parecía una más del montón del duelo
se habían caído todas mis estrellas
y yo me iba quemando día a día en mi aposento cuando me untaba su
nombre en los labios.
Resucité justo al tercer día
sujetando la mano que me sacó de las aguas
desechando los fantasmas
dejando vacante para otros muertos.
Me desordené tanto que mi fe era inmedible
el dominio propio se me escapó de las manos
y encontré la paz donde nunca había imaginado.
Dejó de ser mi excusa para ser mi necesidad
y empecé a dibujar de nuevo mi futuro
ganando a su pasión
bailando a sus pasos
besando a su invasión
dudando a sus ganas
espiando desde mi balcón cómo reía
cómo vivía.
Con una cita pendiente
y una puesta de sol en espera
sólo esperaba que me alcanzara la dignidad para cubrir lo que vieron mis ojos
hasta el día del juicio
dónde ya venía con el apocalipsis en la mirada sumándole una desdicha a mis nostalgias
a mí,
que esperaba haber disimulado bien el no haberle visto pasar con otra
y le emitía gracia para recibir misericordia
cuando lo único que hacía era fallarme,
era uno más de todos los hombres de alas cortas y yo caí muy tarde de su vuelo.
Alargándome las dignidades
y todavía dándole crédito
aferrándome a su poca espera
cuando me dijo “vente” para después de haber llegado sea él el que se fuera,
sin siquiera leerme como boleto de ida
como tasa de viaje
dejándome con los brazos desnudos
con la vida triste
con las intenciones malentendidas
con todo el amor unilateral.
Desde entonces me dispuse a matar su ilusión,
le disparé tantas veces
y corté las manos en las que atesoraba tanta magia
y me dibujaba trucos falsos
hasta que por fin le di la vuelta al sombrero
desapareciéndolo de mi esperanza
desconocida
todos estos meses
rechazando sus bondades
escribiéndole con rabia
con la negación de su último abrazo latente
decidí dejarlo ir.
Pero llega
pronunciando las palabras tardíamente
y yo no sabía si tenía que atajar un atisbo de arrepentimiento en su voz
si tenía que atajar un atisbo de agradecimiento en el tiempo, o si era la pieza que faltaba para cerrar el ciclo de distancias irremediables.
Sin embargo le ofrecí mi firmeza débil
a pesar de que me descolocó la gravedad
sin dejarme algo que le brindara una ayuda idónea a mi infortunio.
Haciéndome contar con el pecho ahogándome y las manos temblando desde cuando he estado de él enamorada haciendo creerme el milagro de sus latidos coincidiéndome para que a tan solo dos malditas horas después estuviera brindando a la salud y los recuerdos de otra, preguntándome con descaro si es a mí a quien tiene en el corazón no sabiendo ni siquiera qué siente;
Preguntándome de cuántas maneras puede existir el karma
yo que no creía en él
y que no me alcanzaría
me pregunto qué tanto le debo a mi corazón.
Siguiendo adelante, como siempre
dándome libertades conscientes
y creyendo sobre consecuencias
o sobre los mañanas que ya voy arrastrando hasta el próximo alba
Admitiendo el amor el mismo día de la desdicha
de los recuerdos ajenos del pasado
y de quedarse mejor con las canciones que uno ya conoce
con los despechos trillados y cansados
y el grado de las ilusiones intactas
sin metáfora
sin sospecharlo
sin una poesía digna de este hueco en el pecho
Tantas cruces y yo cargo la misma de siempre
la fácil, la pesada
en la que abrí los brazos y crucé los pies
abriéndome el costado para desentenderme del corazón
desenterrando mi espíritu
pidiéndole perdón a mis finales
esperando la bifurcación
y dejándome matar con tan poco estilo
de ésta poesía que es palabra viva
igual que el cielo de hace tiempo con su golpe rotundo
que se te revela y se te cumple una y otra vez,
te arma para romperte
te confirma la divinidad del corazón
de la idiotez
de las manos
se esfuerza más que nunca para vibrar de verdad,
te espanta y te deja sola
sin cruces y sin oración
sin velas
y velas
con el único fantasma de las verdades retorcidas que procreé con él por falta de protección
antes de darse cuenta de que no quería lastimarme,
antes de caminar y retroceder cobardemente las millas
y revisar su pasado y decirme que no podía ofrecerme nada
Pero yo ya estaba aquí
tan
tan desnuda
y tan brevemente muerta
como Dios me trajo al mundo.
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