Homicidas
Ahora
te veo en todas las letras
y me detengo en la meditación planeada a futuro sin buscar ya sentido en
contar los días en los que te tuve preparado pases VIP a mi ciudad de refugio
a ti,
que fuiste el autor homicida de éste idilio
no a sabiendas.
Pero supongo que tu vida siempre estuvo predestinada a morar en montes
mientras yo
en el desierto
aquí
de pies cruzados
paso a ser uno más de esos seres que llegaron a pensar que serían una
variable en el plan d Dios
pero soy, con mayor veracidad, la confirmación divina del exilio.
Queriendo tomar el té del parca pero que venga de tus manos, ya que no tengo en las mías un ramo de flores de serrano ni pudimos atajar una sola hoja de arce, ya que no llueve si entristezco ni florece cuando te veo
porque ya no te veo
más
que en todas las letras de las que vas desapareciendo aunque nunca te hayas puesto el sombrero, sin darme oportunidad de cantar un “gloria, gloria, aleluya” con un mensaje de tu ausencia; a pesar de que añadí a mi exposición de razones que, si me siguieres, me dejaran a tu alcance.
Y me inventé paredes listas para derrumbarse con tan sólo el indicio de tu voz
en esta ciudad de refugio,
pero supongo que tu vida
siempre
estuvo a salvo.
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