También las caídas hermosean el rostro
Hoy salí a calcular la puesta de sol; calculé perfectamente el tiempo para no perderme un atisbo, una sensación, una sonrisa. Cuando me senté a verlo, antes de que velozmente se fuera, como todos los días, ahí estaba : en un cielo neutro, pálido, sin ganas. Era solamente un punto rosado y sólo,
absolutamente sólo,
alto… y sólo.
Y me miraba como juzgando algo o como gritándome un auxilio. Yo entonces comencé a ver a las gentes buscando robarles algo que le sirviera al sol, pensé en vestirlo con la blusa amarilla de esa señora o en sostenerlo con las manos de aquel señor, pensé amontonar a su alrededor todas las luces de la cárcel con las esperanzas intactas y el tiempo de caída a mi favor, pero cuando levanté la vista, el sol ya no tenía pies...
No se movía
no corría detrás del horizonte
no destilaba colores
estaba vacío
ya no tenía boca.
Y él solo, lentamente resignado, desapareció delante de mis ojos.
Recordé las palabras de mi hermana que decía “hoy el día está como triste”, y yo no tuve ni una sonrisa para prestarle antes de irse
dejando todo
como si nunca hubiese existido.
Hoy salí a contemplar la puesta de un sol
que por falta de caída
nunca se puso.
0 Comentarios