¡Sálvate!

Dale el toque especial a mi mal humor, a mi absurda emoción neutra, al fondo que alcanzo cada vez que levanto la vista, 
a mi excusa, 
mi barrera, 
mi verdad 
y mis cantos fuera de tono que benefician mi egoísmo.

Dale a mi crueldad un sorbo de su propio veneno que te  mata el corazón una y otra vez y siempre decides hacerte el de la vista gorda.

Déjame leyéndole solo a las aves, notando tu ausencia, lamentando las tardes que no me aferré a ti.

Dame un poco de tiempo para extrañarte, para cambiar el eco de todos mis días en los que huyo de mí misma por miedo a no lograr nunca arriesgarme a la pendiente que ya estamos bajando. 

Dame un motivo distinto por el cual llorarte y cúmplete
 y déjame sola sobre el roble,
alejado 
de mi soledad.