Después de la muerte

Caigo una vez más y ésta vez más pronto de lo que pensé 
caigo en mi propia trampa, 
en mi propia pendiente peligrosa de la que siempre me cuesta un poco levantarme.

Caigo por tus patas de gallina, 
por tus labios, 
por tu pecho.

Caigo y recaigo en mi propio concepto de amor y amar
en la nutella
en la mancha
en ti
recordando cómo te sentías un tonto y cómo yo reía sin poder defenderte esa noche en las escaleras y te ofrecí un nuevo vestido aunque al final fuera yo quien quedara desnuda con frío, con esperanzas empolvadas, con fe al porvenir, con las despedida en los dedos y con el amor hasta el tope de las estrellas. 

Aunque al final fuera yo quien quedara en mismo lugar del que siempre me cuesta un poco levantarme:

tosiendo entre tan poco polvo estelar.