Que el Principito me cuide

¿Y cómo salvar todas las flores que vi crecer en tu rostro si hasta yo me voy marchitando?

Visualizo un prado desierto, una promesa cumplida, un corazón que se esconde e intenta quitarse las manchas, el abono y el amor que requiere la naturaleza para crecer.

Éramos de esas manos descombinadas, las tijeras que cortaban las buenas hojas, donde respirábamos la ternura, donde la semilla germinó nostalgia, donde la lluvia fue realidad
(y aunque me quedé en el camino)
donde alcanzamos ir juntos a vivir la presencia y espíritu,
el cielo y el alma,
con la vida en las manos
y con la vida al costado
con mi sonrisa en tu cara y con los ojos tan llenos de agua que marchita el ahora y el porvenir

que no llega.