Después de la milla

He caminado tanto...
y más de un par de veces al encontrarnos me atajabas el saludo y el corazón; yo no pedía mucho más que ver cómo se te achinaban los ojos cuando me sonreías
y seguíamos nuestros destinos con los pasos apresurados.

Yo que pensé que por fin saldríamos adelante
te he vuelto a ver
y justo cuando puse tu nombre en mi boca, tú te desdibujaste la sonrisa y pasaste a mi lado como un rencor recién nacido

y ahí quedé

con el aviso de la fecha de caducidad de mi tristeza a la altura de mis manos en la última página de la eternidad.