Amén

Y te me cumpliste.
No fue necesaria la mentira para alcanzar tu mirada
y casi sin pensarlo abrí mi boca y sumé dos A que vino a acompañar la sutileza de tu Ó acentuada.

Lo mío fue el saludo y lo tuyo la despedida
lo mío fue fe y perseverancia
lo mío fue suerte divina, que no existe, y aún así, yo la tuve...

lo mío fue voltear después de veinte pasos de tu puerta cuando los giros se supone que son todo tuyos,
pero es que lo tuyo... ¡Madre mía!
lo tuyo te juro que estoy ansiosa,
digo,
apunto 
de averiguarlo.