Mi poesía


Hay poesías que me empiezan con sentimiento y las termino a las fuerzas.
Las destitulo entonces,
las mancho
las subvaloro

y me siento a saborear la forma patética en la que hostigan a mis silencios los pedazos frustrados de las yo que aún no me han abandonado, esas que por suérte me van quedando habitadas en la piel, que tienen fe que alguna vez me deje fluir ligera, odiando, sin ninguna clase de treguas a la fragilidad ajena.


Hay poesías que las empiezo a plumas y las termino a ras del suelo, resistiendo a negarme la carencia de un don que dice cierta parte del mundo que me etiqueta.

Hay poesías que desconozco y aún así me destejen
que las siento bajo contextos
que las añado a mis venas
que las recito a mi cobardía
que van más allá de mi entendimiento
y decaigo

me río de mi estilo cursivo de meditar las penas
de desabrochar apenas de los labios la sabiduría de todos los poetas locos que epifanan cosas que nadie entiende y en su defensa definen que los raros somos nosotros.


Hay poesías que me nacen desnudas y otras que tengo que desvestirlas poquito a poquito, hacerles el amor con ternura y con paciencia hasta que se desplome solita
hasta que grite
hasta que llore
hasta que me haga reír a la soledad;
que ya no tiene frío y ya no busca sombras que coser a sus talones.


Hay poesías, todo tipo de poesías que puedes ver en todas partes si palpas dispuesto.


Hay poesías, como tú, que las empiezo resistiendo y las termino deseándome eternamente habitada en ellas.

Y nace ésta
la hija
la mía
poquita
rezagada
clase baja

a tiempo libre
                    sin ti.