Horas extras

Llegaste justo cuando dije que te extraño, y hablamos muy poco debido a mi jornada; me contaste que no te desesperas como yo en este lado del mundo, asustada detrás de la frontera, te conté que la cerrarían y tú sólo querías mi voz, que no pude darte debido a –otra vez- mi jornada y me dejas pensando si realmente te gané o no.

Por lo menos tengo el consuelo de no haberte perdido, de tenerte aún cuando estás lejos, porque te he imaginado muchas veces a mi lado: en los paisajes bonitos que quiero andar con tus pasos, a un lado derecho de la cama, a mi lado izquierdo en el templo, en todos los poemas que recitan en el dorama y en tus quejas cuando hablo coreano.

Te he recordado en medio del servicio de oración y me crece la fe que tuviste al besarme, al decir “pronto”, al ponernos en el nombre de Dios.

¿Os acordais de Vanesa, la española tio de quien practicaba el acento y te reias? Pues me ha contado, y cantado la falta que me haces cuando van 9 días, y solo a sabiendas de que apenas llegas a tu destino me crecen las ansias de besar tus manos, de enlazarme a ti, de aprender la vida a tu lado.

Y como el agua hecha atmósfera
hecha vapor
hecha líquido, 
repirar
día tras día provista
la eternidad contigo.