Desde tu balcón

Soñé con tu respiración
mi favorita, la acelerada, la que no podías creer.

Desperté teniéndote en la cartera
en un papel, en otro país, en lo que me prometiste.

Y paso los días escuchando la voz de tu madre al teléfono
postergando el zudocu, desatreviendome a la despedida y secando en el aire tus lágrimas que lloro entre Holanda y el otoño;


donde se caen las flores justo al linde de tu abrazo en mi espalda, antes de tu próxima estación.