Frente al mar


Paseando alrededor de las plantas de mi edificio me dieron inmensas ganas de que estés en casa, de que vengas y te atrevas a las alturas y que otra vez te guste la vista, que hablemos del ayer y de las maneras que han sido salvadas todas tus vidas; que me sostengas las risas y celebremos la bonita suerte de que al fin y al cabo no te comió el pez. Porque no sé si mis manos puedan orbitar tus miedos y tus tristezas desde acá de la orilla, porque el cabello se me muere un poco más con éste frío tan salado que me entra por las mejillas, que si solamente pronuncias entre dedos que ya no nos toca extrañarnos, dejaría yo de disfrazar éstas letras pero sobretodo de conversar con las madrugadas envueltas en tus más conocidos acordes.