A capela

Contarte la vida aunque ya me la conozcas y ver –como siempre- en tus labios esa atención como si fuese la primera vez. 
Contarte los buenos motivos, los números, las veces que difuminas la sombra en tus párpados, como me sonríe el alma cuando escucho tus carcajadas y provocarla con cualquiera de mis idiotas comentarios con propósito por el puro placer de contribuir a mi bienestar, o al tuyo, que me viene siendo lo mismo. 
Contarte que a veces, pocas veces, remotas veces me es más difícil vivir sin ti que con la inflación.

Contarte cómo en cada atisbo veo a tu puerta y contarte el tiempo que resta para que –por fin- regreses.