Spring Day
Mi corazón entendido sintió tu gozo inundado de dolor. Y me escuchaste tan tiernamente cuando susurré casi intangiblemente “quédate” que me tocaste entonces, y era interminable la necesidad de abrazarte tan cerca de mi pecho, tan dentro de mi corazón, y comenzaste a organizarme entera, pieza por pieza; tan sutil te habitabas en mí que a veces mi carne no te presentía, pero siempre hubo alguna ley que me atraía la certeza de que como antes, también ahora eres quien me acaricia mientras duermo, que desde que me dijiste “todas las noches” no has cesado de amarme, que la mejor manera de decírmelo es cuando yo simple y puramente al despertar no olvide llenar de gozo tu ansiedad diciéndote un “Buenos días, Espíritu Santo” y se nos vuelva una la sonrisa.
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