Tiempo sin reloj
Me faltan aún 65
minutos para pensar en el día de mañana y varios siglos de agallas para
escribir todas las agujas como caracoles en mi estómago.
Me falta abrir un poco
más las manos para bailar el trompo con alas que se alejó hace ya bastante rato
del hilo que lo rodeaba. Me falta sólo un poco más de valentía para gritar a
susurros secos que no se me unan mas manos a la soledad, que preparen comisuras
para hacer angelitos sobre la nieve que viene pronto; pronto como las mariposas
que tantas veces perseguí y nunca me declaré perder bajo el sol y el viento que
habitaron mi infancia.
Me falta tanto
valor a los dones que me atrapan, tanto editarme las pupilas para que se me
vayan los destellos de satisfacer sueños ocultos. Me falta quizá una petición
más y una oración menos para que se trabe este trampolín en que se encierran
mis dudas, me faltan aún 54 minutos para organizar cronológicamente la fe
ajustada a mis pasos.
Me faltan letras
raudales corriendo sin miedo, y me faltan además de 50 minutos para partir, quitarme
la cubierta que llevo por portada y dejarme volando por doquier todas las hojas
que me nacen.
Me faltan como
la arena en el reloj, otoños para cerrar el paréntesis…
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