Enajenación

1 era estación
Le vi pasar a mi derecha, en su total magnificencia de sostenerse en el mundo, cierro mi boca y giro mi cabeza hacia el lado correcto del resto de mi cuerpo, y aún así sigo sintiéndome descolocada.
Su camisa manga corta color pastel y su suéter me hacen reír para mis adentros, y no es ese el motivo; nada de mí lo conoce.


2da estación
Cuando desconozco totalmente el entorno él se acerca, y yo admito en sus manos ausentes mi inopia y ofrezco resquicios, él entonces sonríe y me permito sentir aquel jubilo como de quien acaba de lograr una de sus más grandes proezas. Nada de mí lo conoce.


3era estación
Le veo danzar de espaldas con su libertad de espíritu alegre y me auto-obligo a echar raíces mentales en mi propio asiento.
Cuando abro los ojos, después de como tantas prodigiosas veces sentir ese solaz milagro de mi alma, él estaba ahí… en mi mirada.


4ta estación
Justo al abrir mis ojos, su mirada me encontró.

5ta estación
Justo después, su mirada me encontró.

6ta estación
Justo luego, su mirada me encontró.
No importa todas las posibles veces que no quise ni pude tener el impulso de evitarla.
Me creció el valor de querer explicarle a ésta misma distancia y este mismo silencio, el equilibrio exacto que harían mis dedos entre su pollina húmeda, separada, uniforme y perfecta.


7ma estación
Y el mejor lenguaje de las miradas me pareció entonces que era el suyo. Desde mi más certero y sólido punto de vista. Nada de mí lo conoce.
No hay fuera de tal armonía, coloquialidades ni tecnicismos que habiliten una explicación en su cabal veracidad; solo la conciencia del respiro de Dios mezclado entre los suspiros de más de un par de miradas que se correspondían en bailes de boomerang tornándose reconstruidas y perpetuas.
Dejan de existir las caricias recónditas
Terminan su zigzag los miedos en el laberinto
Se quitan los ojos el vestido de clandestinidades
Corren las venas queriendo adelantarse a la sangre.

Y todo llega a verse claramente… que serías el presagio de mis letras.
Porque soy yo las palmas de tus manos ausentes, que dejas bailar la pluma mientras la contemplo y pienso en la mejor estrategia de


8va estación
… no olvidar la sonrisa al final de tus parpados enajenadores

Aunque no sean ellos.