El milagro

No quiero dejar huellas y que me sigas, quiero que vengas y sigas hasta el mismo cielo, y no quiero decir que Dios lo sabía y que Dios me lo dijo, ni que está bien, porque esta vez quiero ver el otro lado de la moneda.

No tengo ganas de estar solamente riendo ante el recuerdo de la mala memoria a tal punto de cambiarle el nombre a un libro, sino que quiero leerme el libro y volverme de esas personas fastidiosas mandándote porciones de éste, por todas partes o, mejor aún, decírtelas en voz bajita.

Creo que quizá no está bien que te vayas pero sí que quieras irte, y ¡Dios mío! No quiero convertir mis letras en paradojas.
Quiero que sepas todo lo que te expongo, pero por favor, no me leas nunca. No me da la gana ya que vivas mi gozo, o que lo sufras (viniendo de ti, nunca se sabe). Estoy siendo lo suficientemente valiente para idealizar que en par de años al encontrarte, alguien más te haya hecho encontrar el amor que intenté mostrarte y ojalá que esa vez te halle preparado.

Vete ya, como te fuiste, y escribe en la distancia; no tengo ganas de ser quien se gira los anillos en el medio derecho y el anular izquierdo y se muerde las falanges.
¿Dónde están tus dedos largos que tantas veces vi aferrarse a cualquier cosa y cualquier hebra? Que esos mismos apunten alto.

Yo veré y escucharé a quien te trajo al mundo
Y callaré y me estremeceré en los ojos de quien te trajo al mundo
Y querré compartir mis dichosas desdichas a quien te trajo al mundo
Y veré las cejas mientras coma con quien te trajo al mundo; hacia abajo, siempre, aún con las sonrisas.
Y compraré café y lo prepararé negro y lo haré chispear hacia arriba como lluvia y abriré mis ojos con la cabeza inclinada hacia atrás y luego reiré como la persona más loca del mundo.

Nadie me va a preguntar por qué y a nadie le dará tanta gracia. Y a nadie le daré tantas gracias porque no importa que Él lo supiera y me dijera que te ibas porque…
¡Estoy tan bien con que vinieras! Que ahora puedes dejarme como te fuiste: gritando y sonriendo la alegría de haberme vivido en tus propias vidas que desconocías y amaste a mi lado.

Y yo te dejé, mi buen milagro.