Extraño y odio


Extraño y odio ese pedazo de pared amarillenta entre colores verde y blanco pálido
y odio que hayas sido tú quien acabara con el más simple de los arcoiris
(y también el más abstracto)
 Extraño las manos que escribió las letras y odio las mismas manos que las han borrado.


Extraño el descontrol que te causaban mis manos; y odio la mescolanza que aún me causa tu voz.
Extraño la acción que nació en mi alma y odio la reacción que ya murió en tu corazón.

Y como decía...
extraño y odio esa bendita mancha en aquel pedazo de muro; ese graffity que fue alegría y emoción, el que hizo que mi corazón no se diera por vencido, aunque se rindió.


Extraño y odio esa tinta verde que el punto más bombeante de mi pecho manchó.