Diesicinco



Algo más bajo que adonde llegué, no encuentro.

Encontré la sorpresa en el fondo, y no me gustó la sorpresa.

Encontré que quizá si, que es cierto, que no puedo vivir sin el miedo (y sin la confianza) y encontré que puedo vivir con ambos agarrados de la mano.

Jugando al conejo de la suerte encontré mi desgana, de nuevo, pero la escondí.
Encontré la esperanza rota en la esquina del sillón, la encontré húmeda por dentro y le guardé el secreto.
Encontré la promesa temblando;
Encontré mis manos obstinadas.

Y encontré (quién hubiera dicho) hasta ganas de quemas fotos. - y dejar flotar hojas en el viento -.

Pero aún entonces de haber encontrado, aún sabiendo dónde estaba, no me encontré a mí.

Y tampoco algo más bajo.