La verdad en mis venas

El temor inquieto.

El amor despierto.
Se alarga y se acorta, y al mismo tiempo,
detiene las manos, se ríe de los gestos,
y de esa garabateada mirada,
vestida de presagios.
Vestida,
del despiste atento,
y de las calles andadas,
con veraces vistas 
a la distancia.

Y no es necesario entender el camino,

no más que andarlo.
Ir andando y adornando
las soledades, a cada una de las historias
en las que nos convertimos, 
cuando tropezamos en un abrazo.

Y hacemos eternos los tropiezos,

    hacemos exiliadas las excusas,
    hacemos verdades las mentiras,
pero, verdad, solamente hay una...
una verdad infame,
que pasa y sobrepasa,
por mis venas dormidas, alineadas;
la que es única y verdad,
la que entrepasa,
y me traspasa.