Idilio demente y vehemente


Idilio demente y vehemente.
Idilio,
que una y otra vez,
con pantalones flojos,
y valentía engañosa,
no se atreve a usar la osadía,
que frente a él se posa.

Idilio demente y vehemente.

Idilio,
libre de intentos de perdones absurdos,
cerca de ser la letra sobrante,
la que no se toma en cuenta;
como las que en un juego de 'Scrabble',
tiene el valor de cero.
Idilio,
que no se atreve a usar la ficha,
por más escandalosas que le lluevan las ganas,
por más indetenible que sea el vértice de sus memorias.

Tan demente que no usa comodines.

Tan vehemente que no hace apuestas;
sin siquiera atisbar a perder lo seguro,
lo que se ama y no,
lo que se aleja y no se deja,
ni a rabietas, o reclamos.

Demente y vehemente,

cercano y lejano...

así,

es mi idilio.