Estando aquí y allá

Estando allá,

sin aguar la fiesta, y sin darse cuenta,
que sin su pródigo amarre el amanecer no nace,
ni muere,
se esconde,
entre el ventanal y el cómplice corredor,
en ese último cuarto dónde no llegan las notas,
ni se asoman los acordes.

Y a la vez, estando aquí,

donde se resbalan los susurros,
justo antes de devorar sus infalibles ganas,
mientras caen a cascadas,
los improvisados besos que se escapan
de sus labios,
que cosquillean en mi oído
y gritan en mis entrañas.

Pero yo, estoy aquí,

cerrando los puños, atolondrados y mezquinos,
y desatornillando la utopía,
meditabunda y desesperada,
queriendo mecerse en su pecho
y en el recodo de sus palabras.

Él sigue estando aquí, y allá.

Está aquí,
llenándome el paladar de inertes insomnios,
y dejándome los párpados deshilachados
por el roce de los centímetros que faltan,
entre los riesgos que sobran,
entre los miedos, que no fallan.

Está allá,

en su dulce y abrazadora piel de cielo,
que me hace huir de ésta fugaz tierra,
no ajena, no habitada,
no mía, y ¡Que congoja!, 
no nuestra.