Para su despedida

Usted, pidiendo abrazos
pero buscando besos;
yo queriendo creerle,
pero con ojos abiertos.

De color distinto e inesperado
y de un mal genio aburrido y preparado.
Y me provoca gritarle en cara
-¡No nací para soportarlo!-
pero prefiero sólo pensarlo.

Y lo quiero por allá,
no sólo distante, sino lejos;
y lo anhelo callado,
sin sus excusas que ya ni creo.
Vuele y vuele pajarito,
a otro nido, en otro mundo,
o para no ser tan brusca,
mejor lo mando a otro arbusto.

En cualquier nido un sitio busque
pero sin mendigar un puesto
-Ah mundo, tan bonito- pienso
porque se oye dulce, y suena peripatético.

Quizá mucho le enseñaron
"El que persevera vence"
pero debe leer las señales
de "Detente"
"No estacione"
¡No se quede!

Vuele, vuele, pajarito,
vuele que aquí no lo quieren.
A un ave como usted,
una como yo  no lo atiende,
para ser más justa y precisa:
No de la manera que usted quiere.

Y no lo tome personal,
aquí ni siquiera hay rencores.
Solamente a usted despido
de una manera cordial,
invitándole entre letras
que se vaya a otro lugar.

Le ayudaré pidiendo a Dios
que entienda el siguiente verso:

Es que usted,
en su empeño de habitarme,
se volvió extranjero.
Ya ve, que a fin de cuentas
no de todo empeño
se obtiene algo bueno.

A las aves como usted
Dios manda alpiste desde el cielo.
Así que nuevamente le invito:
Emprenda vuelo, compañero.