La frase de mi madre
Hace días quería escribir; sólo soltar algo. Y le pedí a mi mamá que me dijera una frase, cualquiera.
Elegí esa, por algo, y comencé a pensar en ello.
-"Cerrá la puerta"- Escucho la voz de mamá en mi cabeza.
-¿Qué puerta debo cerrar?- Me digo. -He cerrado muchas, de las importantes, las correctas-.
Entonces comienzo mi lista mental, de las puertas que he decidido cerrar y lo hice.
Cerré la puerta a la voz del mundo, para atender a la voz de Dios.
Cerré la puerta a las ambiciones terrenales, para abrir la de bendiciones celestiales.
Cerré la puerta a las dudas, para creer en la verdad.
Cerré la puerta al rencor, y aprendí a perdonar.
Cerré esa puerta que me impulsaba a correr a 'ninguna parte' para seguir un camino, que con cada paso, me impulsa más arriba.
Cerré y encerré las peleas, la furia, el egoísmo, las discordias, la envidia...
He cerrado la puertas a las mentiritas blancas; a las decisiones precipitadas...
He cerrado muchas puertas en mi vida, y poco a poco he aprendido a abrir las correctas.
He abierto puertas; la del amor, la alegría, la paz, la paciencia, la gentileza, la bondad, la humildad.
Mi preferida; he abierto la puerta a Cristo a mi vida.
-"Cerrá la puerta"- escucho la voz de mamá en mi cabeza, otra vez.
Con toda certeza, me afirmo que sus palabras no tienen que ver con mi vida en Cristo; así que dejo de hacer una lista, porque sé que el lazo que une mi corazón con el suyo, es irrompible, porque sé que desde que la abrí, esa puerta es incerrable. Y mi madre lo sabe tan bien como yo.
Me doy cuenta que sus palabras no tienen que ver con eso; tienen que ver con algo más. Algo a lo que no llegué a pensar que sería la conclusión.
Esto tiene que ver con algo idílico; justo en eso...
-"Cerrá la puerta"- escucho la voz de mamá en mi cabeza, de nuevo.
Entonces pienso en él...
cierro la puerta.
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