Uno se ve, realmente, después de sumergirse
Uno se ve de una manera o de otra depende del espejo que lo
refleje.
Cuando me veía, por ejemplo, en los ojos de zutano, me veía
valorada y limpia de humanidades.
Cuando me veía, por ejemplo, en los ojos de mengano, pasaba a
ser hermosa y merecedora de todo.
Cuando me veía, por ejemplo, en ojos del fulano, era otra historia, porque una vez que esos ojos y los míos se encontraban ya no había nada más, era siempre, únicamente solo el fulano que se reflejaba a sí mismo, era siempre, únicamente lo que yo podía ver; Pero empecé a verlo luego en todas partes, en los árboles, en las piedras, la plaza, la acera, el agua… y me sumergí a tal punto que casi no alcanzo el brazo fuerte
la mano sabía,
y aquí me ves, caminando sobre el agua, riéndomele a la cara
a los fantasmas, uno por uno convertidos en los muros de Jericó
y viendo como mis tiempos se conjugan, camino, diminuta, en
tierra seca, y veo mi reflejo a los lados: un alma elegida, resguardada,
salvada, estimada
a pesar de que aún me rodean,
me rodean
me rodean
pero ya no son suficientes sus gritos.
Cuando me veía, por ejemplo, en los ojos del Alfa, me veía
hija, nieve, y sinónimo de su poder
y me le volví a reír a la cara a los fantasmas que
incansablemente buscan darme fin,
desconociendo que me tiene bien atada
nada menos
que el Omega.
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