Compartir la luna
Fue justo después de pasear a mi perro, al final de las
escaleras, con el dedo en el pestillo, y ahí estaba la luna, incompleta,
dorada, como te gusta a ti.
Quedé con la boca abierta diciendo dos o tres “que hermosa”
Ero era imposible capturarla para ti y solo pude rogar por un
mejor recuerdo y darle forma al rastro de tu mirada, aunque quizá no hiciera
falta porque tú siempre lo que veías lo volvías hermoso.
Quería correr, buscarte y mostrarte
pero tú ya no querías verme
ni para compartir la luna.
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