Desventajas

Desventajas; del tiempo, de la memoria, del tacto, del guáramo, y de las verdades injustamente desechadas. De los martes disfrazados de trece, de los que aprendí que si quiero decir te quiero, mejor hacerlo con los ojos, la respiración y el silencio. 

A este punto del camino no le encuentro sentido intentar definir una de mis yo en ti, porque me tiendes –y te tiendes- esa cuerda floja que no termina de balancearte ni de arrancarte el trauma con el que alguna vez me has sentido, desconociendo que mi desventaja ha sido siempre el desequilibrio… mas allá de tus manos, más allá de tus hombros, más allá de tus besos en el lunar que descubriste en mi espalda.

Esta vez me desmancharé la piel y obedeceré a tu cobardía respetando tu espacio y atribuyéndome el fallarte en los deseos en los que tan pocas veces tus palabras han sabido ahuecarse en tu silencio; silencio en el que voy adaptando mi sentir, sentir que te ahorro escuchar por puro complacerte y por, además, haber tenido el valor de pisarte en falso sin ninguna estrategia de repuesto.

Desde ahora te iré diciendo una a una cada grieta
Que no te amé
Que no pedí a Dios por ti desde mi ventana
Que no me rompiste cada vez que creíste que lo habías hecho
Que la mitad de lo que dije era todo mentira
Que no me pierdo en las arrugas de tus ojos
Y que hace ya bastante que pensaba desempolvarme la nostalgia

Y es que aun odiándote con el tiempo, la memoria, el tacto, el guáramo y las verdades injustamente desechadas, mi desventaja, siempre has sido…


Que ojalá, cuando por fin me mires, no quiera yo enamorar al aire con lo que pedazo a pedazo me desacreditas.