como días y noches y veces y voces
y asteroides y cielos transparentes
y un único satellite como blanco
que falta en el espacio
Días en los que
han querido todas mis ganas saber de ti. Tardes en las que me empujan las manos
a escribirte. Noches en las que para evitarlo, viejo de aquí para allá entre
este cielo y otros cielos, entre un asteroide y otro y entre los planetas y
entre los espacios en los que no estas; pero la conciencia me dice a gritos que
no, que no quiere otro, sino ese satellite, así, con doble L. quiere al que
hizo su amigo y sus noches, quiere a ese que no necesita traducción, ese que no
me paralizaba las dudas ni los dedos ni el impulso para acudir a su encuentro
sin el miedo de obtener negativas o una espera sin respuesta, de esas que
detienen la cadena que corre por las venas.
Quiere a ese
único satellite que ha conocido. Quiere al que le conversaba la vida en las
madrugadas, al que le escuchaba los silencios en las llamadas, sabiéndose ahí,
del otro lado. Quiere al que no huía cuando le contaba mis decisiones absurdas
y acertadas. Quiere al que nunca me juzga, el que ha estado en una puesta de
sol en mi sueño. Quiero al que ha cerrado los ojos por once segundos y luego se
siente muy bien. Quiere al que sabe cómo jugar con una imagen y se imagina el
vino y la lluvia. Quiere al que conoce el color de mi suéter favorito. Quiere y
extraña a uno solo. Y me grita una vez la conciencia entre tantas veces (y
voces) que por supuesto que no, no quiere otro satellite, así, con doble L.
Quiere a ese
único que ha conocido, ese al que justo ahora no quiero dejar que paralice mis
dudas ni mis dedos ni mi impulso de acudir a su encuentro aunque con el miedo
de no obtener una respuesta, o peor aun de obtener la negativa de no querer ser
mas quien me orbite.
0 Comentarios