En caso de tristezas
Trenzándome el
cabello te cuento que las abuelitas siempre dicen cosas, la mía decía, por
ejemplo, que volviera a empezar todas las veces que fuera necesario, “no
quieras ir rápido, vuelve a empezar, vuelve a leer hasta que entiendas”,
hablaba de la vida, porque es que hay veces que me cuesta tanto entenderla, no
le sé separar las sílabas, le desconozco el alfabeto y es entonces cuando me
desespero y termino frustrándome llevándome inmediatamente, llenas de
tristezas, las manos al cabello para empezar a tejerme esa bendita trenza.
Y escucho y
siento desde la vida que me dejó, cómo viene y me la desteje como tantas veces
antes lo hizo y de nuevo, como si no le importaran mis ojos húmedos me dice,
“vuelve a empezar”.
Agradezco a
quienes me ayudaron a tejer la trenza en mi cabello, pero hoy lo traigo suelto,
porque entendí que a la tristeza no hay que dejarla vivir ni ahí en las células
muertas, y entendí además, que no hay mejor aprendiz que el que escucha a la
abuela, porque las abuelas siempre dicen cosas, la mía decía, por ejemplo, que
volviera a empezar todas las veces que fuera necesario, aún cuando me encuentre
deshilachada por tantas veces que se me ha destejido la vida.
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