De gracia
Evitándome las
abundancias voy dando y recibiendo a medidas de justicia. Agradeciendo los
abrazos de mis sueños y aceptando los golpes del ahora, de esta juventud y de
esta viudez entendida en los espacios y los segundos enteramente propicios.
Voy evitando
esconderme lo que soy y voy sacudiéndome los temores que no me corresponde
temer.
Resistiendo
únicamente por el hecho de ser vista por sus ojos, oída por sus oídos y sentida
por su corazón lo cual me adorna de paz el alma.
Escuchando cómo
las palabras que apenas mencioné un par de días a otros, me las va pronunciando
el espíritu a mi propio ser. Y sin que suene invertido, otra vez dando y recibiendo e invitando al mundo a que venga, si quiere,
a matar mi cuerpo, y agradeciendo, de nuevo, el ir sucumbiendo poco a poco a
esa profunda y enorme soledad que cada vez me llevará más al trono de su
gracia, pues en mi hacedor tengo segura y confiada el alma.
Y entonces luego
sí, recibiendo y dando en gracia, de gracias.
¡Gracias!
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