¿De cuantas maneras puedes decir “me rindo”?
Cinco de la
tarde, en una oficina ajena a mi lugar especifico de trabajo, en un viernes tan
miércoles, estoy yo, quizá estorbando, estoy yo con todos los humores
convertidos en uno solo al que aun no título, por no decir “sentimientos
revueltos” porque suena absurdo, por no decir “sentimientos encontrados” porque
aun no te encuentro, por no ponerle un titulo cualquiera como un “solo están
saliendo”, lo sentimientos, digo, y rindiéndome.
Estoy yo entre
las ganas de ir a casa y las ganas de estar entre mi hogar, y rindiéndome.
Estoy yo,
dejando pasear a mi mano esta pluma, por dos razones: porque soy idiota y me
muero y porque estoy rindiéndome.
Y si, no se
supone que deba hacerlo, las repito una y otra vez; y no hablo de mis
equivocaciones, sino de las veces que me rindo, porque sino no entiendes, ni me
entiendes, que es el punto.
O quizá no hay
ningún punto aquí, o quizá ¿te rindes? Como estoy yo, rindiéndome…
Ante las heridas
que ya no te diré si causas
Ante los deseos
absurdamente sinceros de mi corazón
Ante la idiotez
que te empuja a vivir, la cual pareciera que a veces fuera tu única manera de
hacerlo.
Ante mi
inutilidad al mostrarte un amor físico
Ante ¿ti?
Pregunto, para
que decidas una vez más lo que quieres. Oh, y por supuesto, ante la manera que
estoy intentando decirte en el mejor término y no lo notas: idiota
Mi preferido
(el término,
claro).
0 Comentarios