El sol también se cae


Y yo que evito hacerlo
¿cómo resistir?


Con la costumbre de ir caminando con la cabeza gacha, y no por derrotas como se suele interpretar, sino por querer encontrar maravillas debajo de mí.

Pero tenía que hacerlo, girar la cabeza y enamorarme de la tarde en su final, y enamorarme de la noche en su comienzo.

Vi como se estaba cayendo el sol, y mientras más abajo estaba, su luz alumbraba más el cielo y los retacitos de nubes.


Surgieron los colores pasteles, los de siempre; violeta, azul, amarillo, rosa, naranja. Surgieron los colores más hermosos justo cuando el sol se hundía.

Él se escondió y yo seguí adelante, con la costumbre de ir caminando con la cabeza al frente, y no porque sea fuerte como algunos creen, sino por querer creerme que no lo soy, en algún sitio en mí.


Y yo que evito hacerlo
¿Cómo no caer?
¿Cómo no voltear y caer?
Ante esos colores que deja...                                                                            (recuerdos, digo)

si es que el sol también se cae, justo cuando se está haciendo hermoso, se hunde y se cae.


Y con caídas así... Dios,
¿Cómo no mirar atrás?



P.S.: Les quería compartir una foto de la caída del sol, pero una cámara no captura una cosa tan magnífica.