Después de leer libros,
ni tantos, ni tan pocos. Mi madre preguntó -¿Te queda algo de todos esos libros
que lees? Debes redactar algo de cada uno que leas- . Enseguida me lamenté,
porque no se me ocurrió la genial idea antes. Pero, varios libros me han enseñado
a darme oportunidades, así que aprovecho ésta, para hacerte saber un poquito de
lo que he aprendido de ellos; porque mira, los libros enseñan.
Un libro me enseñó que
todo empieza con una elección; y una decisión puede transformarte o puede
destruirte. Me enseñó a creer en los
actos ordinarios de la valentía, y en el coraje que impulsa a una persona a
defender a otra.
Un libro me enseñó que se puede tener un poquito de cada
cosa; no se puede ser de un solo color, somos un arcoíris. Que puedes tener no
sólo uno, sino cinco lenguajes de amor, y saber usar todos.
Un libro me enseñó que está bien estar triste, está bien
sentir cosas. Me enseñó siempre volver a casa.
A no dejar nunca de luchar, teniendo claro que la mejor
lucha no es la que nos destruye, sino la que nos une; que no toda lucha es una
guerra, podemos hacer que todas sean de paz.
Me enseñó que las acciones de las demás personas, pueden
aumentar o disminuir tu luz. Que aunque tengas ganas de hacer algo para salir
del montón, o bien para encajar en el mismo, nunca te saldrá bien, no lo
lograrás hasta que de verdad te entregues a ello, y sea el momento.
Un libro me enseñó que no importa si eres una persona corriente, con pensamientos corrientes y una vida corriente, lo importante es que en ese trayecto de corrientes, hayas conocido el amor.
Y que es bueno pensar en los demás, pero hay veces en las
que debes pensar en ti mismo. Que “si cruzas una línea y nada sucede, la línea
pierde sentido”. Que si alguna vez deseas que las cosas vuelvan a ser como
eran, sólo tienes que mirar hacia arriba; y hacer algo bueno por alguien, antes
que el día acabe.
Un libro me enseñó que “ciertos momentos duran para siempre.
Incluso aunque tengan que continuar más allá, incluso después de la muerte,
esos momentos son duraderos aún, hasta el infinito”. Me enseñó que se puede
tener un para siempre, entre los días contados, y de ti depende en esos días,
vivir una vida maravillosamente buena, llena de inimaginables momentos
grandiosos y terribles.
Que hay juegos que son peores que otros, pero hay que
enfrentarlos y jugarlos. Que todos los recuerdos son alcanzables, y no siempre
es con la memoria. Un libro me enseñó a aceptarme como soy.
A abrir los ojos, espabilarme, y darme cuenta que no
necesito tener la muerte encima para comenzar a tener ganas de vivir. ¡Vívete
tu montaña rusa!
Un libro me enseñó a dar la oportunidad a las respuestas;
darnos oportunidad de elegir y de que nos elijan. Dar la oportunidad de
elegirse uno mismo todos los días. Me enseñó que “está bien vivir la vida un
poco hacia atrás y cómo reír ante lo que podría pensar que no se puede reír. Me
enseñó a cuestionar, para nunca lamentar. Me enseñó a empujar mis límites,
porque para eso estaban allí”. Que tengo que encontrar un equilibrio entre la
cabeza y el corazón; a “respetar a la mano con la que fui tratada. Y a ser
agradecida de que incluso fui tratada con una mano. “Me enseñó que el héroe no
siempre es invencible y que la magia está dentro de ti. Me enseñó a poner
énfasis sobre la vida”. Y que “a veces la vida no se mueve, simplemente se
interpone en tu camino. La vida trata de decirte qué es lo mejor para ti, qué
debería ser más importante para ti, qué debería venir primero, o segundo, o
tercero. Aunque intentes tan duro mantener todo organizado, alfabetizado,
apilado en orden cronológico, cada cosa en su espacio perfecto, en su lugar
perfecto; porque piensas que eso es lo que quiere la vida que hagas; a veces la
vida se interpone en tu camino.
A veces la vida se
interpone completamente en tu camino. Pero no se interpone completamente en tu
camino porque quiere que te des por vencido y le dejes tomar el control; la
vida se interpone completamente en tu camino porque sólo quiere que le
entregues todo y te dejes llevar. La vida quiere que luches contra ella, quiere
que agarres todo lo organizado, lo alfabetizado, lo cronológico, lo ordenado.
Quiere que juntes todo, lo remuevas, lo
mezcles. La vida no quiere que dejes que te digan lo que deberías poner en
primer, segundo o tercer lugar. La vida sabe” la vida está tratando de decirte
que sólo tú decides qué poner en primer lugar, y que siempre hay sitio para
eso.
De una banda aprendí que
cuando lo piensas, sacas algo de “eso”; que se puede aprender cuando pierdes,
si te esfuerzas y eres valiente. Me enseñó que aunque no pueda estar ahí para
siempre, mis palabras sí. A no tomar la vida tan en serio, darle un puñetazo en
la cara cuando necesite un buen golpe y reírme de eso.
Me enseñó a no juzgar a
otros; porque nunca se sabe lo que la otra persona está experimentando en su
propia vida, y sé muy bien cómo acontecimientos inesperados pueden cambiar lo
que una persona es. A aceptar, de todo; las diferencias de las personas, sus
semejanzas, sus elecciones, sus personalidades, “a veces se necesita una
variedad para hacer una buena colección”. Éste libro me enseñó a escoger mis
batallas, pero no elegir muchas. A dejarme escribir, dejarme fluir, dejarme
fallar.
Un libro me enseñó a pensar en mis actos, en mis palabras,
en el efecto que puedo causar en los demás con ello. A brindarme cada día, cada
minuto, la oportunidad de mejorar las cosas, de cambiar una mala palabra o
acción, por algo que exprese mejor por qué se valora la vida. Brindarme la
oportunidad de ser una mejor persona, sabiendo que lo único que nos hace buenos
o mejores, la única cosa real y a lo que se reduce todo, es el amor. “Pues,
cuando amas todas las cosas, sin excepción y sin prejuicios”… todos tus
sentimientos, palabras y pensamientos están entregados al amor; eso eres tú,
quién entregando de ese amor, no sólo alegrarás el día de alguien, o ganarás la
sonrisa de alguien, la gratitud de alguien, el buen sentir de alguien; no sólo
mejorarás la vida de alguien. La parte más bonita es que cuando buscas llenar a
alguien y lo haces, sin siquiera notarlo, te llenas tú. ¡Así de débiles somos;
así de sigiloso es el amor!
Un libro me enseñó que no es lo mismo estar enamorado, que
amar; que puedes mancharte en sólo un día, y que te encuentras a ti mismo,
buscando a alguien más, y viceversa.
Un libro me enseñó que tu vida no puede ser invisible. “No
puedes quedarte ahí sentado y poner las vidas de todos los demás por delante de
la tuya y pensar que eso cuenta como amor. Sencillamente no puedes. Tienes que
hacer cosas”. Me enseñó que tengo que decirle a la gente lo que necesito y lo
que quiero; a no hacer lo que me digan, sino lo que soy; que tengo que
mostrarme para poder ser notada, ser sincera. Averiguar qué soy, y serlo. Y
hacer lo que quiero hacer, saber dónde estoy y qué necesito. ¡Actuar!
Un libro me enseñó que está bien vivir tu realidad y
escribirla. Pero está mal escribirla y alterarla; tras cualquier sombra, sea
plateada o ya sombría, la única manera de surgir triunfante es aceptando tu
fracaso de realidad. Abrazándote a la vida que te toca.
Un libro
me enseñó de cada vez que pueda elegir entre tener la razón y ser amable,
elegir ser amable; e intentar ser más amable de lo necesario.
¿Cómo sabemos si hemos
sido amables? ¿En qué consiste ser amables?
«En momentos así, Joseph reconoció la cara de Dios con forma humana. Brillaba en su amabilidad
hacia él, refulgía en su entusiasmo, daba pistas de preocupación. Es más,
acariciaba su mirada.»
“…Lo que quiero transmitir es que intentes comprender el valor de esa cosa
tan sencilla llamada amabilidad. Si cada uno convierte en norma que dondequiera
que esté, siempre que pueda, intentar ser un poco más amable de lo necesario,
el mundo sería un lugar mejor. Y si lo haces, si te comportas con un poco más
de amabilidad de lo necesario, alguien, en alguna parte, algún día quizá
reconozca en ti, en cada uno de nosotros, la cara de Dios.
Además me enseñó que “la grandeza no está en ser fuerte, sino en
el buen uso de la fuerza. El más grande es aquel cuya fuerza conquista más
corazones con la atracción del suyo propio”.
No hay preferencia, éste libro me enseñó que todos los libros pueden ser tus favoritos.
Pero en éste espacio no voy a citar, no voy a expresar el aprendizaje, sólo
espero que comprendas…
Quiero hacerte saber que he vivido en todos mis libros.
Dentro y fuera de ellos, al mismo tiempo.
Te ayudan, te motivan, te enseñan. Hacen que el paseo de la
vida, sea más bonito, admirable.
Y tú, que quizá no leas tanto, o tan poco o nada; espero que
hayas aprendido algo de lo que aquí comparto, y te invito a ser agradecido por
tenerlo, y a vivir agradablemente, tu maravilloso trozo de vida.
Haz que tu paseo de vida, sea un paseo para recordar.
P.S.: Traté de resumir.
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