Mis manos me acusan, o
¿Yo acuso a mis manos?

Contigo, 

mis manos se aferran, 
se marean como excusa para encontrar entre las tuyas una estabilidad llena de ilusiones, 
llena de intenciones... de seguir.

Mis manos que están conmigo y pensativas, hechas preguntas.


Mis manos que están molestas, viéndome con cara de disgusto, no quieren ni hablarme;

están desesperadas y trémulas.

Supongo que a ellas sólo les bastaba un latido.

O a mí,
que no es lo mismo.